“Reunidos en Comunión” como proyecto macro, se abordará en cuatro partes que servirán para imprimir liderazgo en cada uno de nuestros miembros, para forjar la identidad dominicana en el corazón de cada persona, para llamar a más hombres y mujeres a abrazar este estilo de vida y, finalmente, para hacernos responsables de la labor que se nos ha encomendado.
Bajo el lema “Perfeccionando nuestro llamado” queremos cumplir no solo con el mandamiento de amor que nos ha enseñado Cristo (Mateo 22:37), sino también avanzar por el camino de la vida siguiendo sus huellas, tal como lo hizo nuestro Padre Domingo de Guzmán, pensando no solo en sí mismo y su propia salvación, sino en la de aquellos pobres pecadores que se habían perdido entre tantos laberintos.
Crecer en liderazgo implica afrontar, de frente y sin distracción, los cambios de la sociedad y los retos que nos propone a nivel eclesial, político, económico, cultural y social. Un dominico es una persona capaz de innovar, proponer y salir al encuentro del otro por su propio pie, en tanto que hace parte de su propio estilo de vida y es a lo que han sido llamados a través de la predicación asidua del Evangelio.
Así como el profeta Isaías, al enfrentarse a tan exuberante manifestación de Dios y una pregunta tan retadora, es capaz de levantarse y decir: "Heme aquí: envíame." (Isaías 6, 8), así también es llamado el hombre o la mujer que asume el estilo de vida de Domingo. Así como aquel que no esperó un mandato para vender sus libros y salir al encuentro del necesitado, así también debe actuar el que sigue sus pasos.
La línea de acción “creciendo en liderazgo”, entonces, tiene como objetivos:
- Incentivar la participación activa y la comunión de los miembros de cada rama de la FaDom en cada una de las actividades que se realizan a nivel Provincial o Nacional.
- Reforzar la autonomía de cada grupo o comunidad dominica al momento de llevar a cabo un evento o actividad.
- Procurar la colaboración en fiestas o celebraciones especiales de índole dominicano en el que todos podamos aportar en su desarrollo.
Muchas insignias distinguen a los miembros de la Orden de Predicadores, indistintamente si este es ordenado o no, por ejemplo: las siglas O.P. al final del nombre, los colores blanco y negro, la cruz flordelisada o de calatrava, el mismo escudo, la estrella y el cachorro con la tea encendida, entre otros. Incluso, los lemas y palabras también marcan una pauta en la vida dominicana: “Veritas”, “Contemplari et contemplata aliis trádere” (contemplar y dar a los otros el fruto de nuestra contemplación), “Laudare, benedicere, praedicare” (alabar, bendecir, predicar) o la muy conocida frase: “Una vez dominico, siempre dominico”.
Pero nuestra identidad va más allá de lo que podemos ver o decir de primera mano, es un estilo de vida que abrazamos y del cual participamos cada día. Un dominico puede ser dominico aun cuando los demás no lo están viendo o cuando no lleva en su pecho un logotipo que lo haga notar. Un dominico, en el más estricto sentido, es una persona que sigue a Cristo hasta hacerse uno con Él; que busca crecer en el conocimiento de Dios para hacer más viva su Palabra (Colosenses 1, 10); un servidor de la Iglesia que, con sus palabras y obras, conduce a la humanidad hacia Reino.
Es por esto que la línea de acción “fortaleciendo la identidad”, posee los siguientes objetivos:
- Institucionalizar el Día de la Familia Dominicana en la Fiesta de Santa Catalina de Siena, 29 de abril de cada año, para compartir como Familia y establecer metas que nos ayuden a avanzar en nuestra vida dominicana.
- Organizar los Consejos Provinciales y Nacionales de Laicos con objetivos y funciones claras, de modo que puedan realizarse sesiones frecuentes durante el año para estructurar o evaluar las actividades programadas.
- Acompañar y fortalecer la Federación de Religiosas Dominicas de Colombia (FERDOC) para que sean un brazo de apoyo en los eventos y misiones que se realizan durante el año.
- Vivir cada Fiesta de la Orden de Predicadores como Familia mediante el esfuerzo unánime de cada rama de la FaDom y la participación activa en cada región de la Provincia.
La labor vocacional no solo compete al fraile elegido como Promotor Vocacional, sino a la Provincia en sí misma (ACP Tunja 2022, Proemio), esto es, a cada comunidad, convento, casa o fraile. Así mismo, es competencia de cada congregación, hermana, monja y laico dominico (ACG Bien Hoa 2019, 262, ACG Tultenango 2022, 180), porque aquellos que se interesan en el carisma de Domingo de Guzmán, en verdad son llamados por Dios (Juan 15, 16) para vivir la predicación de un modo u otro, y es nuestra labor descubrir hacia dónde se direcciona ese llamado y cómo pueden ejercerlo en nuestra sociedad actual.
La riqueza que recoge la Orden de Predicadores nos lleva a pensar si los que hoy pertenecen a la Familia Dominicana solo están de paso o en verdad se sienten identificados con nuestro carisma. Esto es, si es una iniciativa que termina en cierto período de la vida o en alguna etapa de discernimiento. En todo caso, no podemos dejar apagar la llama que Cristo ha incendiado en el corazón de muchas personas, sino enseñar un camino para que este perdure hasta el final.
De esta forma, la línea de acción “atendiendo las vocaciones” sugiere los objetivos expuestos a continuación:
- Evidenciar el sentido de cada rama de la Familia Dominicana y su importancia dentro de la Orden de Predicadores.
- Establecer vínculos con los promotores vocacionales de cada rama de la familia dominicana para consolidar un trabajo de animación vocacional conjunta.
- Acoger las nuevas vocaciones y establecer planes de transición entre las ramas de la Familia Dominicana, de modo que quien haya terminado una etapa pueda adentrarse a otra y seguir viviendo el carisma.
Un discípulo de Cristo escucha sus Palabras previo a la salida del mundo; se instruye y se arriesga, conoce y sale a conocer, profundiza y ve nuevos horizontes. Un discípulo no se queda inmóvil, sino que permanece en la condición en que fue llamado (1 Corintios 7, 20). Mencionaba el Papa Benedicto XVI que un “discípulo, fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (Hch 4,12).”[1]
No en vano Domingo de Guzmán decide salir de las murallas e ir al encuentro del que se encontraba perdido. Es indudable que sus palabras gozaban de una sabiduría única a raíz de sus largas horas de estudio, pero tampoco es cuestionable que el mismo tiempo que invertía en la contemplación de la Palabra también se lo dedicaba a los hermanos; y así lo pedía a aquellos que abrazaran esa vida: no hacer suya la contemplación, sino darla a los demás.
Por tanto, un dominico es también discípulo en la medida que en su vida refiere las palabras de Jesús y refleja su manera de actuar. Esta última línea de acción “Viviendo el discipulado” no es otra cosa que cumplir con el mandato que se nos ha dado, y por ello tiene los siguientes objetivos:
- Facilitar recursos formativos conjuntos en torno a la vida dominicana, la historia de la Orden y su carisma.
- Encaminar la Familia Dominicana hacia una proyección común de predicación desde la cotidianidad de cada uno de sus miembros.
- Hacer visible la predicación dominicana en todas las ramas de la Familia Dominicana de Colombia.
[1] Benedicto XVI. Discurso en la sesión inaugural de los trabajos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en su Viaje Apostólico a Brasil. Santuario de Aparecida. 13 de mayo de 2007.