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CONTEMPLARI ET ALIIS TRADERE CONTEMPLATA

El pasado 26 de agosto, con gran alegría y orgullo, el Convento Santo Domingo de Bogotá celebró 470 años de fundación.

| agosto 27 DE 2020 |

En el marco de esta festividad, la comunidad conventual se reunió para conmemorar este aniversario de fundación, a la vez que se recuerda la centenaria e importante presencia y participación de la Orden dominicana en Colombia. Ubicado en sus inicios en lo que actualmente es el edificio Murillo Toro, en la carrera 8a entre calles 12a y 12b, a pocos pasos de la otrora Plaza Mayor, hoy Plaza de Bolívar, en el casco antiguo de la ciudad capital, el Convento Máximo de Nuestra Señora del Rosario se convirtió en uno de los baluartes más fuertes y representativos de la Orden de Predicadores en territorio nacional.

Su complejo arquitectónico fue la cuna de eminentes predicadores que extendieron la Palabra de Dios por territorios neogranadinos; donde nació, en el año de 1580 la hoy conocida Universidad Santo Tomás, la más antigua institución de educación superior de estas tierras; centro cultural, religioso e histórico de la ciudad; el antiguo Convento Máximo vería importantes cambios en el siglo XX pero no significaría esto su fin. Es por esto que el pasado 26 de agosto, con gran alegría, orgullo y sentido de pertenencia, la comunidad conventual y la Provincia entera celebraron el aniversario número 470 de este aún importante corazón de la Orden de Predicadores en nuestro país.

En medio de celebraciones comunitarias en sus claustros, en un ambiente alegre y fraterno, así como la Sagrada Eucaristía llevada a cabo en el magnífico templo conventual, presidida por el prior conventual fr. Javier Castellanos y con la predicación de fr. José G. Mesa, rector general de la Universidad Santo Tomás, los frailes elevaron a Dios Padre una profunda acción de gracias por la vida de aquellos hermanos que, desde antes de 1550 y en medio de sus realidades y complejidades, pudieron levantar el Convento Máximo, hoy de Santo Domingo. Una obra que ha perdurado en el tiempo gracias a la potente ayuda de la Santísima Trinidad, a la vez que se ha consolidado como una verdadera Domus Predicationis que aún hoy, 470 años después de erigido, sigue siendo faro y centro de formación religiosa y humana, bastión del arte y la cultura, lugar representativo enclavado en los cerros orientales de la Bogotá del siglo XXI.


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