Popayán se viste de blanco dominicano
| chiquinquirá - diciembre 10 de 2020 | Por: Lic. Laura Nataly Vargas Sánchez |
Asunción de Popayán, aquel lugar importante para el Nuevo Reino cargado de paisajes coloniales convertidos en preseas arquitectónicas y el que, desde los tiempos de la Colonia, fue posición estratégica del camino desde Quito y Lima hasta la ciudad amurallada, Cartagena. Ahí mismo arribaron los dominicos buscando realizar la misión de predicar con el testimonio y la palabra. A pesar de que anteriormente en el territorio hubo presencia de otros sacerdotes, los dominicos son considerados sus primeros misioneros formales.
Por esta razón y bajo los auspicios del primer obispo don Juan del Valle y del visitador real don Francisco Briceño, fr. Francisco de Carvajal, O.P., fr. Domingo de Cárdenas, O.P., fr. Antonio Ruiz, O.P. y fr. Juan Suárez, O.P. fundaron el Convento de San Sebastián Mártir en Popayán en 1552; sin embargo, pronto se vieron reducidos en número debido a que “los religiosos dedicados a la evangelización de los indígenas, perecieron en esta empresa, a manos de los naturales, tres de ellos en la región de los Bugas en 1553” (Aragón citado por Ortiz, 2018).
foto: Iglesia de Santo Domingo, Popayán.
Biblioteca virtual Banco de la República.
Aparte de dicho patrocinio, es importante señalar el factor clave que significó la presencia de don Juan del Valle en este territorio y esta con respecto a los frailes predicadores. Esto, debido a que, durante su tiempo a cargo obró de manera adecuada por el título con el cual había sido revestido tras su aceptación al cargo: “Protector de Indios”. Esto le permitió proclamar en su territorio “las bases doctrinales de fr. Francisco de Vitoria y fr. Bartolomé de las Casas sobre la conquista y el dominio de América” y en 1556, denunciar los atropellos que algunos encomenderos cometían contra los nativos (Ariza, 1974). Además de los fundamentos utilizados durante los tiempos de su gestión, en 1557, por medio de fr. Vicente Carrillo, O.P., don Juan del Valle recibió de un prontuario de 14 dudas acerca de sus denuncias, cuyas respuestas causaron gran repercusión el Nuevo Reino y las cuales manifestadas de la siguiente forma:
…Las guerras de la conquista han sido injustas y los culpables deben reparar los daños; la encomienda es arbitraria e inicua; los beneficios obtenidos así por los encomenderos son injustos, y hay obligación de restituir; el servicio personal es servidumbre destructora contra todo derecho; el trabajo en minas, y como cargueros es un atropello a los indios; los encomenderos que no procuren doctrina cristiana “están en maldito y dañado estado” y deben restituir; los confesores no pueden absolver a quienes no restituyan; la Corona está obligada a enviar personas doctas y rectas para la administración de justicia; los obispos están obligados a la evangelización y amparo de los indios “aunque ello arriesguen los bienes y la vida (Ariza, 1974, p. 146).
Al respecto, Ortiz (2018) especifica cómo los nativos eran puestos como esclavos para sacar oro de sus minas mientras que otros eran obligados a transportar mercancías desde el Puerto de Buenaventura hasta el interior y Ariza (1974) afirma que estas dudas fueron resumidas en el “Tratado de las doce dudas” escrito por fr. Bartolomé en 1564.
Por otro lado, y volviendo a los dominicos en territorio payanés, como es de suponerse, por lo ocurrido en 1553, el convento desapareció, pero fue restaurado el 25 de julio de 1575 y su primer prior fue fr. Francisco de Miranda, O.P. A partir de 1576, el rey enviaba las provisiones respectivas para la celebración de la eucaristía y algunas medicinas y aceite. El 6 de septiembre de 1582, el gobernador Sancho García del Espinar entrega a este convento, las doctrinas de Chisquío, Valle de Epandi y Tambo, al igual que las estancias de Popayán, Río Blanco y Palacé.
Dos años después, con la creación de la Provincia de Santa Catalina de Siena de Quito el 26 de octubre de 1584, se anexan a ella algunos conventos incluido el de Popayán, cuyo prior era en ese entonces fr. Jerónimo de Cepeda, O.P. Más adelante, para el 10 de abril de 1588, se bendice y coloca la primera piedra para el templo de Santo Domingo y el 25 de marzo de 1589 se recibe en el mismo, una imagen de Nuestra Señora, de siempre protectora de los predicadores, la cual actualmente se encuentra en el camarín.
foto: Nuestra Señora la Virgen del Rosario.
Arquidiócesis de Popayán.
Para 1594, entra a escena fr. Domingo de Ulloa, O.P., quien es nombrado como tercer obispo de la ciudad blanca, sucediendo a fr. Agustín de la Coruña, O.S.A. Fr. Domingo era natural de Toro, Reino de León. Vargas (1953) indica que, fue trasladado a Popayán el 9 de diciembre de 1591. A través del cura y vicario de Buga, Hernán Pérez de Párraga tomó posesión de la diócesis a partir del 17 de junio de 1594. Arribó a territorio payanés en el mes de agosto. Es muy importante apuntar que, el 17 de diciembre de ese mismo año, fr. Domingo bendijo y colocó la piedra fundacional para la Catedral Nuestra Señora de la Asunción, en reemplazo de la capilla pajiza, la cual había sido fraguada por don Juan del Valle. El 11 de diciembre de 1596 fue asignado a la Diócesis de Michoacán en México y por tal razón, el 3 de septiembre de 1597 se marchó de Popayán, rumbo al país tricolor.
foto: Fr. Domingo de Ulloa, O.P.
Convento de Santo Domingo. Bogotá.
Citado por Ariza (1992), Rodulfi describe el convento para 1631 de esta forma: “Templo de barro, aunque adornado, dormitorio para tres religiosos; un peso de oro estipendio semanal de las misas del Santísimo Rosario, dos beneficios muy pobres (Estanecas y Chisquío); dos o tres religiosos” (p. 328). Por otra parte, es necesario señalar que, Ariza, (1937) establece que, aproximadamente en 1664, fr. Francisco de la Trinidad Arrieta y Araujo, O.P. quien se estaba desempeñando como Obispo de Santa Marta, fue elegido como Obispo de Popayán, pero murió en ese mismo año antes de pasar a este sitio donde había sido promovido (p. 40). De igual forma, se especifica que, en 1672, los frailes dominicos estaban cargo de las Doctrinas de Almaguer y Nóvita en 1707.
foto: Fr. Francisco de la Trinidad Arrieta y Araujo, O.P.
Convento de Santo Domingo. Bogotá.
En 1719, el obispo Juan Gómez de Frías quita a los dominicos las doctrinas de Chisquío, Valle de Epandi y Tambo, al igual que las estancias de Popayán, Río Blanco y Palacé, porque se habían administrado “sin presentar el doctrinero al gobernador” (Ariza, 1992, p. 328); a pesar de esta vicisitud, de 1730 a 1760, en territorio payanés se contabilizan diecisiete conventuales. En 1741, se inician las obras de un templo nuevo por los daños causados por los temblores de 1735 y 1736. Para 1762, este convento dominicano ubicado en el Valle de Pubenza contaba con catorce conventuales, cinco de los cuales eran hermanos cooperadores. De 1769 hasta 1778 y tras la expulsión de los jesuitas, el convento se ocupa de las cátedras tanto de filosofía como de teología en el seminario.
Destacados siempre por su colaboración en favor de la causa de la Independencia, en marzo de 1814, los frailes del convento asisten al ejercito patriota liderado por Antonio Nariño. En 1819, la comunidad conventual se reduce a ocho frailes y en este mismo año, para febrero, fr. Juan Granda, O.P., prior del convento se ve en la obligación de entregar el claustro a los realistas y contribuir con su alimentación; como en otros tiempos y lugares, el convento quedó convertido en ruinas. El 28 de julio de 1821, el Congreso de Cúcuta, con un decreto en cabeza del vicepresidente Francisco de Paula Santander, suprime el Convento de Popayán al igual que otros quince conventos menores. Ariza (1992) indica que, el 24 de abril de 1827 tras un nuevo decreto de Santander y con este, la constitución de la Universidad del Cauca, el canónigo don Manuel José Mosquera adjudicó el convento con todos sus bienes a dicha universidad. El acta de instalación de la misma fue firmada el 11 de noviembre y fue firmada por fr. Manuel García de Granda, O.P., último prior del convento y quien continuó ejerciendo en aquel plantel la enseñanza de la Sagrada Escritura.
foto: Claustro de Santo Domingo.
Universidad del Cauca.
El 11 de enero de 1933, el desaparecido convento fue restaurado como casa en el Templo de Santo Domingo. Para ese entonces, las solemnidades más destacadas eran la Semana Santa, la de la Virgen del Rosario, santo Domingo y santo Tomás de Aquino. Sus últimos religiosos fueron fr. Pablo Enrique Acebedo Serrano, O.P. y Benedicto Ramón Bonilla, O.P., este último que, siendo nombrado como vicario de la casa padeció “una época ingrata que terminó con la clausura definitiva de esa residencia” (Acebedo, 1980, p. 108). La supresión de esta casa se llevó a cabo por el Maestro General fr. Manuel Suárez con facultad pontificia el 25 de febrero de 1952. Ariza (1953) indica que las causas para esta supresión incluyeron que, la comunidad no era dueña de la casa, la iglesia ni de los enseres que allí se encontraban, lo que generaba una mayor responsabilidad en la conservación de los mismos, incluyendo los más valiosos, y además, debido a que varios de los frailes que tuvieron la oportunidad de estar allí adujeron no tener “un misterio activo y suficiente”; esto por la presencia del clero secular y regular, quienes suplían las distintas necesidades.
La historia ha dado de nuevo su veredicto y ahora aquella presencia dominicana, llena de tantos avatares en el tiempo se ve recompensada con el nombramiento del papa Francisco a monseñor fr. Omar Alberto Sánchez Cubillos, O.P. como jerarca de la Arquidiócesis de Popayán.
foto: Fr. Omar Alberto Sánchez Cubillos, O.P.
Convento de Santo Domingo. Bogotá.
Fr. Omar Alberto es oriundo de la ciudad de Cogua (Cund.). Nació el 20 de septiembre de 1963. Ingresó a la Provincia de San Luis Bertrán en Colombia de la Orden de Predicadores el 7 de diciembre de 1982. Hizo profesión religiosa el 2 de febrero de 1984, fue ordenado sacerdote el 17 de febrero de 1990. El 8 de junio de 2011 fue fijado como como obispo de Tibú; por tanto, fue ordenado como tal el 8 de agosto de 2011 y se instaló el 3 de septiembre del mismo año. El 12 de octubre de 2020 fue nuevamente fijado, pero esta vez como arzobispo. Se instaló, con 57 años de edad, el 12 de diciembre de 2020, en la “madre fecunda de la patria, gestada con luz y decorada con blanco de paz”.
Referencias
Acebedo, P. (1980). Huellas dominicanas (II). Bogotá: Taller de Artes Gráficas
Penitenciaría Central de Colombia.
Ariza, A. (1937). Episcopologio dominicano de Colombia. Chiquinquirá: La Rotativa.
Ariza, A. (1947). Arzobispos y obispos dominicos de Colombia. 3ª ed. Bogotá: Centro-
Instituto Gráfico.
Ariza, A. (1953). Extracto del informe sobre la marcha de la Provincia de San Antonino
de Colombia en el cuatrienio de 1949 a 1953. En: Acta Capituli Provincialis. Provinciæ S. Ludovici Bertrandi de Columbia.Ordinis Prædicatorum, sub Adm. R. P. fr. Alberto E. Ariza S. Priore Provinciali, Bogotæ celebrati. Bogotá: Cooperativa Nacional de Artes Gráficas.
Ariza, A. (1974). Don Juan del Valle, primer obispo de Popayán. En: Fray Bartolomé de
las Casas y el Nuevo Reino de Granada V centenario del nacimiento del Protector de los Americanos. Bogotá: Editorial Kelly.
Ariza, A. (1992). Los dominicos en Colombia, tt. I-II. Bogotá: Ediciones Antropos.
Catholic Hierarchy. (1996). Bishop Domingo de Ulloa, O.P. Recuperado de:
http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bdeulloa.html
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