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Los frailes dominicos en formación realizan su profesión religiosa

|  febrero 08 de 2022  | 

El 2 de febrero la Iglesia católica celebra la festividad de Nuestra Señora de la Candelaria también conocida como de la luz, conmemoración que coincide con la celebración de la Presentación del Señor, que a su vez que recuerda “la Purificación, ritual de la Virgen María” quien luego de 40 días del nacimiento del Niño entra al templo para presentarlo.

En el marco de esta solemnidad la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia vivió las profesiones religiosas de diez frailes estudiantes; ocho de ellos renovaron sus promesas religiosas por un año y para dos de ellos por primera vez profesaron prometiendo fidelidad a Dios y la Orden de predicadores por tres años. Los jóvenes religiosos, oriundos de diferentes lugares del país como Bogotá, Boyacá, Valle del Cauca, Córdoba, Cesar, Santander y Norte de Santander, se encuentran realizando sus estudios de educación superior de Licenciatura en Filosofía y Letras y de Teología.

La ceremonia religiosa, que se llevó a cabo en el convento de Santo Domingo de Bogotá, contó con la participación de fr. Franklin Buitrago, O.P., prior provincial de los dominicos en Colombia; fr. Javier Castellanos, O.P., prior del convento de Santo Domingo; fr. Diego Orlando Serna Salazar, O.P., maestro de los frailes estudiantes, sacerdotes, frailes provenientes de las diferentes casas y conventos de la provincia, religiosos y religiosas, familiares y amigos de los profesos.

En su homilía, el padre provincial extendió un sentido mensaje, no solamente a los frailes que realizaron su profesión, sino a todos los asistentes, resaltando tres aspectos fundamentales en la vida del religioso dominico: la misión, la luz y la condición humana del predicador.

Como primer punto, señaló que la misión del predicador, como la del profeta y la del apóstol, consiste en preparar el camino del Señor, pues Dios quiere llegar a la vida de muchas personas, Dios quiere que el mensaje de la salvación llegue a muchos lugares, y por eso, los ha llamado y los consagra como predicadores, para preparar su camino, para que la buena noticia resuene en muchos corazones. 

“Al comienzo de esta ceremonia hemos formado un camino por el centro de nuestra Iglesia, un camino para disponernos a recibir la luz y a compartirla con los que estaban a nuestro lado. Es un gesto elocuente que habla de nuestra misión: servir de puente, hacer camino, con nuestras palabras y nuestra vida, para que la luz de Cristo llegue hasta muchas personas”, puntualizó fr. Franklin.  

El padre provincial enfatizó en que ser mensajeros de la Palabra de Dios no puede ser un compromiso por momentos, ni una actividad que realizan los religiosos dominicos en el apostolado o en medio de una celebración litúrgica, pues ser frailes predicadores, ser mensajeros de la Palabra, debe realmente configurar toda su vida, debe darle forma a todas sus acciones y actitudes, a sus prioridades y a sus opciones.

Por otro lado, durante su mensaje a los profesos, resaltó la importancia de reconocer que la luz no somos nosotros: la luz es Cristo. Juan Bautista sabía muy bien que él no era la luz, sino aquel que da testimonio de la luz. María y José, que llevan a su niño en brazos, son el modelo de aquellos que portan la luz de Cristo. Invitó a no olvidar que Cristo es el protagonista, que nosotros somos ministros, servidores. “Por ello, debemos asumir realmente que el centro de nuestra vida es Él, no nuestros pequeños proyectos, intereses o cálculos personales. Ese es el acto de fe y de confianza profunda de quien hace un voto de obediencia. Ponerse en manos de otro: ponerse en manos de Cristo, por medio de una comunidad”, señaló

Como tercer aspecto fr. Franklin mencionó que precisamente en la fiesta de la Candelaria proclamamos que Cristo es luz para las naciones y gloria de su pueblo Israel. Pero Cristo es también alguien que comparte nuestra condición humana, nuestra carne y nuestra sangre. “Somos seres humanos, no ángeles, con toda la grandeza y la fragilidad que ello implica. Por ello, la vocación debe ser cuidada con tanta precaución como esa llama que recibíamos al comienzo de la eucaristía. Es la grandeza y el desafío de la vocación cristiana y de la consagración religiosa. Quizás por eso mismo nuestro rito de profesión tiene tantos gestos que nos llaman a la humildad: postrarnos en tierra, pedir misericordia, invocar la asistencia de los santos. Gestos que nos llaman a la humildad de reconocer nuestra fragilidad y al mismo tiempo que nos invitan a la conversión”, señaló el superior de los dominicos en Colombia.

Finalmente extendió un mensaje de gratitud por la presencia de amigos y familiares, pues algunos hicieron largos trayectos o desafiaron las dificultades de transporte: “Su oración y su testimonio son muy importantes para nosotros. Dios se vale de ustedes para suscitar y conservar esa llama de la vocación, Gracias por estar aquí”.

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