—¿Y si no encontramos nada?
—No importa: echad la red
La pobreza se vive de muchas maneras: Quienes la escogen de manera voluntaria, como las comunidades religiosas, que la viven espiritualmente como una forma de desprendimiento y abandono a los designios de Dios. AsImismo, quienes la sufren como consecuencia de una suerte de limitaciones, asociadas a necesidades básicas insatisfechas (NBI). La pandemia del COVID−19 profundizó mucho más esta realidad.
Según datos del DANE (2021) la crisis económica y social adyacente derivó en que Colombia retrocediera casi una década en la lucha contra la pobreza. En 2020 el 42,5% de la población estuvo en condición de pobreza, es decir, hubo un aumento de 6,8 puntos porcentuales frente a la cifra de 2019, que estuvo en 35,7%. Es decir, 21,02 millones de personas subsisten con menos de $331.688 mensuales y 7,47 millones de colombianos viven con menos de $145.004 al mes. En otras palabras, viven en condiciones de pobreza extrema y sus ingresos no les alcanzan para recibir las calorías necesarias para una vida digna. Lo anterior desnuda una realidad por todos conocida: el alto índice de desigualdad imperante en nuestro país, lo cual confirma lo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe de 2022 hiciera evidente: la pobreza en Colombia se hereda hasta por once generaciones.
Esta cruda radiografía cuestiona la labor que las universidades asumen en su tarea de integrar la triple hélice: Sociedad−Empresa−Estado. En ese sentido, la Promotoría de Justicia y Paz de los frailes dominicos y el Instituto de Justicia y Paz de la Universidad Santo Tomás seccional Tunja quisimos mirar al #Catatumbo, para lo cual se animó a los programas de Administración de Empresas, Psicología, Derecho, Gobierno y Relaciones Internacionales y a la Unidad Académica de Ciencias Básicas para asumir la misión de reducir esos índices descritos y aportar a la conformación de un proceso social con organizaciones campesinas de esta región nortesantandereana, con el fin de enfrentar la envidia y el egoísmo propio de los liderazgos individuales y consolidar un sujeto colectivo capaz de empoderarse y transformar las dinámicas locales.
Al respecto, con el interés de integrar teoría y práctica, en 2022 se han establecido acciones de diferente orden:
En esta iniciativa estaremos comprometidos durante seis meses a partir del 27 de abril de 2022. Somos conscientes que la tarea es ardua y queda mucho por hacer; no obstante, con los proyectos mencionados hemos querido hacer eco de las palabras de Jesús: Echad la red (Jn 21,6), acogiendo el proverbio aquel de enseñar a pescar, sin perder de vista que la obra la hace Dios y nosotros somos el instrumento de su gracia para hacer realidad su reino y su justicia.
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En el sitio web oficial de los dominicos colombianos, queremos llevar a cabo la misión de Domingo: el deseo de proclamar valientemente a Dios, de construir la vida comunitaria y de buscar la verdad en el mundo.
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