Un molino de viento acelerando sus palas de modo frenético emula aplausos de congratulación a aquellos aguerridos escaladores en dos ruedas que osan conquistar el puerto de montaña.
El viento sigue soplando fragorosamente, el sol próximo al cenit no alcanza a desplegar su calor, ciertas nubes alejadas intentan inútilmente rozar la cima, palmas de cera del Quindío, árbol nacional de Colombia, testimonian atónitos el coraje y heroicidad con el cual fue el reto alcanzado.
Los velocípedos dominicanos Fray Héctor Mauricio Vargas, O.P., síndico de la provincia San Luis Bertrán de Colombia desde la capital del país, junto con Fray Yamir Orduña, O.P. , rector de la capilla de Nuestra Señora del Rosario, desde Cali, y Fray Rodrigo Rivero, O.P., prior del convento Santo Domingo de Villavicencio, por los llanos orientales, se encontraron en la ciudad de Ibagué para desde allí subir 50 kilómetros con 2.200 metros de ascenso positivo y coronar el mítico Alto de la Línea.
Un reencuentro fraterno que anuncia la presencia del Reino de Dios entre nosotros y testimonia silentemente el amor que el Nazareno nos señaló para lograr alcanzar la cima del cielo, el puerto de puertos.
“Dios de la montaña, que te has manifestado a tus elegidos en los
montes Sinaí, Tabor, Gólgota y cuanta colina inclinada sobre el
nivel del mar, mostrándonos el camino para acercarnos a ti,
la via gloriosa para ingresar privilegiadamente al cielo.
Ante este mítico puerto de montaña,
no imploramos que nos allanes el camino ni que apartes los
obstáculos, sino más bien danos las fuerzas para poder vencerlos,
inspíranos el hálito potente para coronar la cima. Amén.”