En la actualidad y bajo la inspiración de las iniciativas dadas en el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha visto la necesidad de reflexionar y de transformar muchas de sus realidades particulares en orden a las acciones que se realizan en las comunidades. Tanto clérigos como laicos se vienen preguntando cómo servir más eficazmente a la misión de evangelizar y llevar el mensaje del Señor.
La Iglesia puede concebirse, entre muchos otros aspectos, como un actor social y político dentro de un estado o como promotora de cosmovisiones, ideas e imaginarios colectivos. Todas estas lecturas de la Iglesia son válidas desde distintas disciplinas.
La Iglesia, Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo, ha recibido el encargo de dar a conocer la Palabra de Dios y la buena nueva del Reino a todos los lugares. Esta acción no es solamente el ejercicio de una predicación hablada. La Iglesia también testimonia su mandato en actos concretos de caridad, ya que estos son los que dan cuenta de la presencia real del Espíritu Santo que sigue actuando y sigue salvando.
El quehacer de la teología es percibido desde diferentes formas: como una acción disciplinar, científica, argumentativa y dedicada, del todo, al ambiente académico. También es entendido como un carisma dado por el Espíritu Santo para contribuir al conocimiento fundamentado de la verdad revelada en la Escritura y en la Tradición.
El laico está llamado, junto con el resto del pueblo de Dios, a la edificación del Cuerpo de Cristo, en orden a la santificación de las estructuras y las realidades humanas: “todo laico debe ser ante el mundo testigo de la resurrección y de la vida de nuestro Señor Jesucristo y signo del Dios vivo” (LG 38)
En el cristianismo existe la permanente relación de sus miembros entre sí, en orden a una plenitud conjunta, alejada de actitudes individualistas y subjetivistas, con un sentido de responsabilidad de todos para con todos. La condición real del laico lo lleva a servir en su mismo contexto.
El llamado de los fieles en la edificación del cuerpo de Cristo en el mundo, desde sus hogares, sus trabajos, sus oficinas, sus cargos públicos y sus realidades concretas.
Éste es un trabajo realizado a partir de las reflexiones que el teólogo dominico Yves Congar (1904-1995) ha realizado con respecto al papel del laico en la Iglesia. En efecto, se hace referencia a este autor por su importancia en el pensamiento y la profundización de las realidades eclesiales modernas, además del trabajo realizado en el desarrollo del Concilio Vaticano II.
En el sitio web oficial de los dominicos colombianos, queremos llevar a cabo la misión de Domingo: el deseo de proclamar valientemente a Dios, de construir la vida comunitaria y de buscar la verdad en el mundo.
¿Y si digo sí a este estilo de vida? La Orden de Predicadores, orden apostólica, se dedica a conocer, contemplar el mensaje revelado para luego trasmitirlo a los demás.
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