Durante el pontificado de Francisco el diálogo intercultural ha sido una de sus mayores preocupaciones, puesto que considera que el esfuerzo comunitario hará posible construir un mundo más justo, un mundo más humano.
Los problemas ecológicos tienen su raíz en una comprensión antropológica, moral y religiosa tergiversada. Sin embargo, es necesario pensar el ser humano desde una ética de la virtud que le posibilite una relación con el prójimo y con la naturaleza, guiada por la responsabilidad y el amor fraterno.
En las últimas décadas se ha puesto la mirada hacia un lugar lleno de riquezas de gran fauna y flora como es el sector rural, aquel espacio verde que le ofrece a la humanidad una apuesta por la conservación del hombre a través de sus grandes beneficios como; brindar un aire más puro alejado de la contaminación que tanto afecta a las ciudades, al igual de ser directamente productor de los alimentos básicos de las canastas familiares y de los recursos naturales como el agua entre otros.
Ahora bien, podemos preguntarnos por qué hablar de caridad frente a los asuntos relacionados con la ecología, por lo que es necesario afirmar, que la caridad es el amor, el habito del amor que pone en nuestro corazón el Espíritu Santo cuando él se nos da, recordando las mismas palabras que se nos manifiestan luego de la Doxología en la eucaristía: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el espíritu santo que se nos ha dado.
Toda virtud tiene su fundamento y razón de ser en la relación con los otros e incluso con lo que llamamos medio ambiente, este tipo de relación ha de estar fundamentado en la cordialidad, es decir, que una educación en virtudes no puede convertirse en un aprendizaje de un catálogo de principios, sino que implica una forma de comportarse y de estar en el mundo. Esto se hace desde una comunidad, desde una relacionalidad, la cual se ve ejercida con propiedad en la comunidad educativa.
Ante la crisis ecológica que enfrenta la humanidad, se hace preciso que el hombre establezca desde su propio yo una conciencia de cambio, es decir, una conversión de sus malos hábitos por acciones más prácticas que favorezcan a una sana ecología. De ahí, que desde su propia naturaleza humana, el ser humano haga uso de una virtud llamada fortaleza que lo hace capaz de resistir o permanecer en su camino de conversión.
Escuchar sobre “Ecología”, nos lleva a pensar en un sin número de acciones y aspectos relacionados con el medio ambiente y el comportamiento del ser humano dentro de un ecosistema que le permite sobrevivir, adaptarse y sobrellevar situaciones en defensa de la naturaleza y de una relación con su propio entorno.
En esta primera entrega, se pretende analizar cómo desde lo micro, desde la cotidianidad de la vida es posible empezar a generar el cambio. Para ello, se propone un cambio en los hábitos, aquellos que en positivo se denominan virtudes, y en negativo se convierten en vicios, vicios que llevan al ser humano a su propia autodestrucción, pero que también tienen consecuencias en el contexto.
En el sitio web oficial de los dominicos colombianos, queremos llevar a cabo la misión de Domingo: el deseo de proclamar valientemente a Dios, de construir la vida comunitaria y de buscar la verdad en el mundo.
¿Y si digo sí a este estilo de vida? La Orden de Predicadores, orden apostólica, se dedica a conocer, contemplar el mensaje revelado para luego trasmitirlo a los demás.
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