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(8/9) Dará a luz un hijo y le pondrá por nombre… JESÚS

|  diciembre 23 DE 2019 • Fray Wilmar Yesid Ruiz Cortés, O.P.  |

Cuando se hace referencia a ‘Jesús’, no se trata de ningún título sino del nombre propio del hijo de María y de José (el Hijo de Dios). Literalmente ‘Jesús’ significa ‘Salvador’. Todos los evangelios sinópticos cuando se refieren a la salvación, lo hacen para exponer situaciones de sufrimiento y amenaza de esta vida. Al utilizar el verbo sôzô (salvar), los evangelios hacen referencia a la curación de enfermos como salvación (Mc 10,52; Lc 7,50; 8,48; 17,19; 18,42); no es meramente una salvación/sanación parcial, sino ¡integral! Pues sana tanto el cuerpo como también la dignidad de las personas. ‘Jesús’, el Salvador, nos sana y salva íntegramente, de nuestros miedos o de todo aquello que nos roba la felicidad. Y eso es Navidad, un bebe recién nacido, en la exclusión de un establo y de un pesebre, que desde lo mínimamente humano trae la salvación, libera del miedo y produce la mayor alegría para este mundo.

Hoy se sabe que el evangelio de Mateo y, por tanto, este relato sobre el que hoy reflexionamos (Mt 1, 18-24), se escribió unos treinta años después de lo que cuenta; de hecho, se redactó después del año 70. Eso quiere decir que cuando se escribió, se sabía perfectamente lo que había sido la vida de ‘Jesús’, precisamente tal como lo presenta Mateo. Esta es la razón por la cual este evangelio expone la vida de ‘Jesús’ centrada en tres grandes preocupaciones: 1) La salud de los enfermos. 2) La alimentación de los pobres. 3) Las relaciones humanas.

Eso quiere decir que todo fue así porque el Espíritu Santo lo programó, desde el primer momento, viendo que así tenía que ser el Salvador. La salvación, que es ‘Jesús’, viene a través de las preocupaciones diarias por la salud, la alimentación y por las mejores relaciones humanas. Cuando se escribió el evangelio de Mateo se sabía cómo había sido la vida de Jesús, el Salvador por antonomasiay de alguna manera estos relatos de la infancia condensan con el nombre ‘Jesús’, lo que fue toda su vida. Una vida volcada a salvar a los demás.

Querido Dios,
te agradezco por el regalo de la Navidad
y entiendo que la mejor manera de celebrarla es siendo salvación para otros,
como Tú lo eres para mí.
Hoy te pido que me des la fuerza
para ser tus manos que traen Salvación al mundo.
Amén.