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(9/9) Dará a luz un hijo y le pondrá por nombre… EMMANUEL

|  diciembre 24 DE 2019 • Fray Pedro José Díaz Camacho, O.P.  |

Entre los nombres simbólicos empleados en la Biblia para mencionar al Mesías, es muy conocido el de Emmanuel, que significa: Dios con nosotros”, según lo había anunciado el Profeta Isaías en su momento: “Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros” (Is 7, 14; cf. Mt 1,23; Gal 4,4; Lc 1, 31-33), cuyo nacimiento anuncia la felicidad de los tiempos mesiánicos.

Este nombre expresa y condensa la experiencia histórica de la fe del pueblo hebreo que descubrió la cercanía de Yahvé en todos los momentos, caminos y vicisitudes de su tránsito como peregrino del tiempo y del espacio. Yahvé no es un Dios lejano, ocasional y olvidadizo, es el Dios de la vida y de todos los días y de todo el pueblo, a quien en otros contextos rituales se le invoca confiadamente como Abbá, como padre cariñoso. Esa confianza en el Dios que está en medio de su pueblo, que lo guía y acompaña en todo momento y circunstancia, llevaba a expresiones como esta: “Si Dios está con nosotros ¿quién podrá contra nosotros?” (Rm 8, 31), y a hacer que Israel fuera un pueblo que confía únicamente en su Dios y no en la fuerza de sus músculos ni en sus caballos y armas de guerra. Los textos bíblicos catalogados como “salmos de confianza y de acción de gracias” (sal 27 y 31, por ejemplo), entre otros géneros, expresan esta forma de sentir a Dios como alguien cercano, alguien que no sólo está ahí, sino que está presente con su pueblo y con cada uno de los creyentes.

Toda la teología implicada en el Dios ‘Emmanuel’ ha llegado a su plenitud con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, como manifestación corporal de la plenitud de la divinidad, presencia que es constante en el mensaje de Jesús, especialmente condensado en la denominada “Oración sacerdotal” (Jn, 17). El Dios ‘Emmanuel’ nos invita a estar en comunión de vida con Él y con los hijos de Dios. Cuando en la celebración de la liturgia se nos saluda diciendo: “El Señor esté con ustedes”, debemos recordar que Dios siempre es un Dios con nosotros, un ‘Emmanuel’, en quien tenemos puesta nuestra confianza porque camina con nosotros, nos guía y acompaña siempre.

Oh Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño.
Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!