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Sexto Domingo de Pascua

|  mayo 17 de 2020  | Por: Fray Javier Tovar, O.P. | 

Juan 14,15-21

Día de la madre por internet, cumpleaños en casa, trabajo virtual, cuarentena… se han convertido en el común denominador de estos meses, no sin antes sentir el abandono de Dios. Jesús siente lo mismo por parte del Padre (Mt 27,47), de sus discípulos (Jn 6,66) y los colombianos sentimos el abandono estatal diariamente. Frente a esta realidad Jesús promete conformar una comunidad para decirnos: no los abandonaré.

El acto de transformación del Resucitado, en medio de esta pandemia, es la construcción de la comunidad: “juntarnos” en torno al seguimiento de Jesús y su acción que no nos deja sentirnos abandonados, sino hermanos, hijos de un mismo Padre. Este momento coyuntural nos reta, desde la fe, a convertirnos en personas más comunitarias, más volcadas al servicio del otro, y del otro más débil. Es en este ámbito, donde se manifiesta Jesucristo vivo.

Es en la comunidad, avivada por el Espíritu del Resucitado, donde encontramos el “bien-estar”, el acompañamiento y la cercanía frente a quien se siente abandonado en este momento de crisis. Y es ahí donde encontramos algunas respuestas a preguntas como ¿dónde está Dios en esta pandemia? A lo que podríamos responder…en todos aquellos que, en medio de la comunidad, están dando testimonio y hacen realidad el mensaje de Jesús, comprometiéndose en la tarea de ayudar a los más necesitados en tiempos de crisis. Se encuentra también en miles de voces de esperanza, en la oración y el actuar humanitario de la Iglesia.

Vivamos este “desierto” y “prolongada cuaresma” para renovarnos y vivir acordes al Evangelio: donde hay amor, ahí está Dios. Por lo tanto: “AMEMOS”. Viralicemos el amor.