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1. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» - Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt (Lucas, 23: 34).

|  ABRIL 10 DE 2020 Fray Cristian Mauricio López Marulanda, O.P., asignado al Convento Santo Domingo, Bogotá, D.C. |

Llegados al lugar llamado Calvario, lo crucificaron allí junto con dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Se repartieron sus vestidos, echándolos a suertes.

La primera de las palabras de Jesús en la cruz, nos da el tono que utiliza el Mesías en estos momentos finales de su vida. En lugar de hacer reproches por lo que está sucediendo; realiza una oración. Sus últimas palabras son esto, una plegaria. Una oración dirigida al Padre, así como Él lo enseñó a sus discípulos. En este momento de dificultad y de sufrimiento la oración se convierte en la mejor enseñanza y el mejor símbolo que Jesús puede utilizar.

La vida de Jesús, todo su proyecto del Reino es un esfuerzo por mostrarnos a Dios de una cierta manera. Él quería mostrarnos a Dios como Padre y su predicación gira en torno a ello. Y al final de su vida, no puede más que ser coherente con el Dios que predicó. La imagen del Dios de Jesús es la de un Dios que es Padre, un padre que es capaz de hacer lo que sea por sus hijos, un padre que quiere siempre expresar su amor y su ternura por todos. Hasta el final, Jesús quiere tener presente esa imagen de Dios-Padre y, quiere que sea la imagen que todos nosotros aceptemos para nuestra vida. Quizás para nosotros pueda resultar incomprensible tal manera de actuar, por ello se hace necesario, descubrir que la vida del cristiano es vivir como hijo de Dios, es asumir a Dios como padre, con todo lo que eso conlleva. El proyecto del Reino de Dios es comprendernos como una gran familia donde todos tenemos un único Padre, que ama profundamente y que en su Hijo Jesús nos lo ha demostrado de manera contundente.

En coherencia con la imagen de Dios, Jesús pide el perdón para quienes están siendo sus verdugos. Ésta siempre será una tarea difícil, lo sabemos bien en nuestro país cuando nos hemos dejado llevar por venganzas y por odios que nos han destruido por mucho tiempo. Para muchos, el verdadero perdón se expresa cuando estamos frente a nuestros victimarios y con la posibilidad de actuar en su contra y aún, así, no lo hacemos. Por supuesto, siempre buscamos que se nos haga la justicia, pero si somos capaces de perdonar, somos capaces de iniciar nuevas lógicas y nuevos caminos. La vida de Jesús siempre fue una invitación a perdonar e incluso a ir más lejos, hasta amar a nuestros enemigos. Tal cosa es posible cuando renunciamos al odio, cuando dejamos que la venganza dé paso al perdón y cuando en lugar de quedarnos atados al daño que se nos ha hecho, somos capaces de mirar adelante con esperanza.

En esta palabra recordamos y oramos por quienes están en las cárceles y por todos los centros de reclusión, para que sean capaces de aceptar el perdón de Dios y de las personas y para que estos lugares se conviertan en espacios de vida y de aceptación del perdón. Ese perdón que nos transforma desde dentro y que puede ayudar a transformar el mundo.


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