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Homilía Domingo 13 de Junio 2021

|  junio 13 de 2021  |

Queridos hermanos, pidamos la gracia del Espíritu Santo para comprender y reflexionar en este día sobre la invitación y el mensaje cristiano que nos deja el Santo Evangelio según san Marcos. Inicialmente hay que decir que este evangelio nos propone dos parábola con las que Jesús explica el Reino de los Cielos, la primera comparándola con la semilla que un hombre echa en la tierra, la cual crece y germina sin que se den cuenta como; la segunda con el grano de mostaza, que al sembrarla es la semilla más pequeña, pero cuando crece se hace la más alta entre todas las hortalizas.

Hermanos, estas dos parábolas tienen algo en común: la semilla, lo cual en esta corta reflexión significa nuestra vida de fe, nuestra vida espiritual y con mayor razón, nuestra vida cristiana. La pequeñez de la semilla en la parábola y la incertidumbre de cómo crece en la tierra sin que nadie se dé cuenta significa nuestra pequeñez, nuestro pecado y nuestra miseria frente a Dios. Haciendo una pequeña analogía con el evangelio de este domingo, en nuestra vida así tengamos una recta intención para actuar y para seguir a Cristo, siempre encontraremos una piedra de tropiezo, una dificultad o simplemente una cruz, la cual debemos cargar hasta el fin de nuestros días; recordemos queridos hermanos: la semilla y la pequeñez, nuestra vida y nuestro pecado.

Con estas dos ideas claras: la semilla que representa nuestro caminar y la pequeñez de ella nuestro pecado o nuestras dificultades, les propongo queridos hermanos que a partir de este evangelio tratemos de vivir y de llevar a nuestra vida cotidiana dos palabras que enmarcaran la reflexión de esta tarde: convicción y decisión.

  1. Convicción de nuestros ideales, de nuestros sueños, de lo que queremos y de lo que deseamos, eso sí, todo según la voluntad y el deseo de Dios. Convicción de que a pesar de nuestra miseria humana, a pesar de nuestra pequeñez, como aquella semilla del evangelio, podemos dar buenos frutos si nos lo proponemos, que podemos ayudar a los demás, hacer el bien y agradar a Dios si actuamos como Jesús actuaría; a veces nuestros discursos se quedan en grandes lucubraciones y palabras bonitas que no llevamos a la práctica como debería ser, tal vez por nuestra misma debilidad, por eso convenzámonos en este día de que podemos hacer el bien y más aún en nuestra comunidad. Con los pequeños actos y los sencillos momentos se demuestra una verdadera intención en nuestra vida de fe; no necesitamos hacer grandes cosas, en lo sencillo y a veces insignificante se encuentra la intención de nuestro corazón. Debemos estar convencidos de que la perfección en nuestra vida no corresponde al hombre sino a Dios, y que Él la lleva a cabo a partir de la humildad y de la pequeñez de nuestro corazón. Recordemos hermanos, convicción de lo que queremos y por lo que luchamos, que en últimas es la santidad, llevar una vida íntegra y cristiana en el sentido completo de la palabra.

 

  1. Después de que estemos convencidos de lo que queremos en nuestra vida cristiana, debemos tener muy presente la segunda palabra que deseo reflexionemos, la decisión, decisión en nuestras palabras y en nuestras obras. ¿Pero qué es la decisión? Y sencillamente respondería que es la firmeza y seguridad con la que se hace una cosa, en este caso la firmeza con la que llevamos a cabo la convicción que ya habíamos planteado; en ese sentido la decisión es la seguridad con la que actuamos para llegar a la santidad o al ideal cristiano por excelencia, Jesucristo. Una decisión radical por seguir a Jesús, sus requisitos y también sus exigencias. Recordemos estas dos palabras hermanos, convicción y decisión.

A partir de lo anterior nos surge una pregunta: ¿Por qué se ve en la Iglesia o dentro de nosotros mismos falta de compromiso, convicción y decisión por actuar y hacer las cosas bien? Y solo nos quedaríamos con el mensaje del evangelista san Mateo cuando citando a Jesús afirma que “el espíritu está dispuesto pero la carne es débil” tenemos una firme convicción para actuar de la mejor manera pero a veces no la misma fuerza en las decisiones que tomamos a diario para hacer el bien en los pequeños momentos de nuestra existencia. Así como la semilla del evangelio, la cual va produciendo fruto lentamente: primero los tallos, luego la espiga y después el grano, de la misma manera nuestra vida cristiana debe progresar lentamente día a día, primero la convicción de lo que queremos, luego la decisión en nuestros actos y después el fruto de nuestra vida coherente y fiel al llamado que Dios nos hace particularmente. Dios siembra en nosotros la semilla de la fe y del amor, dejémonos germinar lenta pero seguramente por Él y por su infinita misericordia.

No quiero dejar pasar la hermosa solemnidad del pasado viernes, donde celebramos como Iglesia la solemnidad del sagrado corazón de Jesús instituida en el año 1765 por el papa Clemente XIII, pidamos en este día la gracia de tomar decisiones acertadas y que nos lleven a nuestro perfeccionamiento diario, que podamos mostrar el amor de Dios que brota del corazón sagrado de Jesús en nuestros pensamientos, palabras y obras, que también sea el inmaculado corazón de la Santísima Virgen, fiesta que conmemoramos el día de ayer, la que nos ayude e interceda por nosotros en este peregrinar hacia el cielo; que podamos encontrar refugio y auxilio en su maternal protección y que nos lleve un día a encontrarnos con su amado Hijo al cual llevó en su vientre en especial condición. ¡Señor Jesús, ayúdanos a que la semilla de nuestra vocación germine con convicción y decisión ante las contrariedades y dificultades de la vida! Sagrado corazón de Jesús en voz confío, Sagrado corazón de María intercede por la salvación del alma mía. Amén


Fray Stiven Giraldo Zuluaga , O.P.

  • Cursa primer semestre de la licenciatura en filosofía y letras de la Universidad Santo Tomás.

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