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María, Madre de la Esperanza (2/9)

|  julio 01 de 2020  |  POR: Fray Iván GARZÓN ROJAS, O.P., del Convento de San José, Chapinero, Bogotá. | 

¿En qué se parecen una española, una venezolana y una colombiana? En que las tres se encuentran en ‘tierra extraña’. María Ramos, española en el Reino de Granada, ahí abandonada por su esposo; Zeudi Rendón, venezolana en las carreteras colombianas abandonada por sus políticos y su esposo, con un bebé en sus brazos; y Patricia Ramírez, campesina colombiana, al pie de un semáforo, con sus hijos rodeándola, extrañando a su esposo a quien un grupo armado ilegal se llevó una noche de su rancho y al cual nunca ha vuelto a ver, no sabe dónde está.

Las tres tienen al frente el dolor y a la vez una súplica: María Ramos clama a Dios frente a un lienzo en donde supo que algún día estuvo pintada la virgen; Zeudi grita a Dios frente a la “Chinita” y le pide que no la abandone, que le permita seguir caminando con su hijo en las manos, pues, sabe que hay un futuro mejor al final de ese pavimento caliente; y Patricia, a pesar de las malas caras y de los comentarios dolorosos de algunos conductores que la señalan como perezosa y manipuladora de sus hijos, no deja de buscar un mejor futuro para ellos, y aunque en medio de esto no reza el rosario pero sí recuerda a la Virgen de Chiquinquirá a quien su madre le rezaba cuando ella era pequeña.

María Ramos, Zeudi y Patricia, quienes suplican a la “Virgen del Lienzo”, sin saberlo han recibido la misma “Esperanza” de la pequeña de Nazaret: la “Madre de la Esperanza”,  la misma del embarazo inesperado, la que corrió con lo poco que podía llevar, pues, la muerte de su pequeño era inminente; la de las incertidumbres provocadas por un hijo al que muy pocos comprendían; la de la dolorosa cruz; y la que con los apóstoles de su hijo se disponía a esperar. “Madre de la Esperanza”, con María Ramos, con Zeudi y Patricia, has parido nuestra Esperanza, con tu “Sí” a Dios, con ellas y como ellas has quedado expuesta al dolor, al destierro, a la muerte,  pero a la vez nos has mostrado a quien es el Camino de nuestra Salvación.

“Madre de la Esperanza”, te suplicamos por nuestro pueblo desterrado, por hombres y mujeres que salen todos los días frente a la incertidumbre de la muerte. Como María Ramos clamamos frente al lienzo desgastado de nuestra historia, de nuestro confinamiento; permítenos leer nuestra pobreza con realismo y sin desilusión, enséñanos a continuar nuestro trasegar vital teniendo a tu Hijo como nuestra ruta segura hacia el Padre. Amén.


Reflexiones del Tiempo Ordinario 2020