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Riqueza, carismática santidad reconocida

Los santos y santas de nuestra Familia Dominicana vivieron en plenitud el ideal que nosotros buscamos, nos estimulan con su ejemplo, nos ayudan con su intercesión y constituyen una invitación a participar de su destino. También representan un reto a las nuevas generaciones de vocaciones y demuestran que es posible una realización histórica concreta del ideal dominicano en diversos contextos y circunstancias.


SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

1170 - 1221. Padre y fundador de la Orden de Frailes Predicadores, varón evangélico, fiel servidor de la Iglesia, predicador infatigable. Es uno de los santos de fisonomía espiritual más clara y de personalidad equilibrada y atrayente.


BIENAVENTURADO JORDÁN DE SAJONIA

1197 - 1237. Sucesor de Santo Domingo en el gobierno de la Orden, gran propagador de la misma. Primer biógrafo del fundador y primer historiador de la Orden. Predicador de elocuencia persuasiva y simpatía arrebatadora; su irresistible dulzura y su incomparable santidad fueron instrumentos poderosos para consolidar y universalizar la naciente obra dominicana. Atrajo a muchos universitarios a la Orden.


SAN ALBERTO MAGNO

1206 - 1280. Gran cultivador y maestro de todas las ciencias de su época. Espíritu universal, considerado como el iniciador de la nueva cultura y civilización. Consumado naturalista e investigador, buscador de síntesis de todos los conocimientos de su tiempo. Defensor de las Ordenes Mendicantes y de su derecho a enseñar en las universidades. Fervoroso y tierno amante de la Virgen María y del misterio eucarístico.


SANTO TOMÁS DE AQUINO

1225 -1274. Doctor común de la Iglesia, sol de inteligencia y sabiduría, inspirador de los estudios filosóficos y teológicos, patrono de las escuelas católicas. La inteligencia al servicio de la fe, armonizador de la razón humana y la divina revelación. Dedicado a la enseñanza y a la predicación de la verdad, maestro excelso de la sagrada doctrina y predicador iluminado de la verdad evangélica.


SAN VICENTE FERRER

1350 - 1419. De carácter franco y jovial, enseñó filosofía y teología. Amante de la austeridad, fue gran predicador y evangelizador de toda la cristiandad europea. Su palabra viva y ardorosa fue germen de transformación moral del cristianismo y fuente de innumerables conversiones entre judíos y musulmanes. Esclarecido taumaturgo, los signos prodigiosos que realizaba confirmaban su palabra de predicador itinerante. Fue considerado como el más popular y eficaz predicador de su tiempo.


SAN ANTONINO DE FLORENCIA

1389- 1459. Pequeño de estatura y grande en sabiduría y santidad. Se distinguió por la austeridad de vida, prudencia y doctrina, fue notable maestro en derecho canónico. Fue prior del convento de San Marcos cuando el beato Angélico (Juan de Fiésole) decoró sus diversas dependencias con los famosos frescos que hoy admiramos; allí fundó la primera biblioteca de Europa abierta al público. La Provincia dominicana de Colombia llevó su nombre hasta 1953.


SAN LUIS BERTRÁN

1526 - 1581. Misionero esclarecido de la costa norte del Nuevo Reino de Granada. Santa Marta, Cartagena, Valledupar, L a Guajira, Tubará, Barranquilla y muchos otros pueblos y ciudades de la costa norte colombiana supieron de su infatigable celo por la predicación del Evangelio y del grandioso ejemplo de sus virtudes. Espíritu penitente, predicador insigne, formador de jóvenes, verdadera encarnación del ideal dominicano. Patrono de Colombia y titular de la Provincia Dominicana de nuestra patria. Patrono de los novicios dominicos.


SAN MARTÍN DE PORRES

1579 - 1639. Testigo de la santidad entre la raza negra. Martín de la caridad, padre de los pobres, a quienes socorría prodigiosamente. Su caridad desbordante lo llevó a hacerse "todo para todos". Fruto grandioso y síntesis de los valores de la raza negra y de la española. Sencillo y humilde a toda prueba, fue ardoroso en la devoción a la Eucaristía y a la pasión del Señor. Gozó de poderes extraordinarios para realizar prodigios como fruto de su profunda unión con Dios. Patrono de los
Hermanos Cooperadores en la Orden. Contemporáneo y amigo de Santa Rosa de Lima y San Juan Macías, los tres en la ciudad de Lima (Perú).


SANTA INÉS DE MONTEPULCIANO

1268 - 1317, Consagrada desde niña al Señor, es ejemplo imperecedero de las virtudes que se cultivan y florecen en el claustro y que han dado a la Iglesia una interminable generación de santos. Cultivó la devoción a la virgen y al niño Jesús y resplandecieron en ella los carismas del Espíritu Santo. La vida contemplativa dominicana tiene en ella su gran inspiradora y modelo.


SANTA CATALINA DE SIENA

1347 - 1380. Doctora de la iglesia. Conquistadora de la paz por el amor en una época llena de grandes convulsiones y estremecimientos políticos y religiosos. Consagrada al Señor desde su niñez, sobresale por su penitencia y dedicación a la contemplación de “la dulce primera Verdad”. Enamorada de Cristo crucificado, es una entrañable amante de la Iglesia y de Ia Orden, resplandece como una de las santas más grandes de la Iglesia, supo unir una enorme actividad apostólica con una altísima contemplación de las verdades divinas en "la celda del corazón”.


SANTA ROSA DE LIMA

1586 - 7617. Primer fruto de santidad nacido en América. Su incomparable belleza física, su inteligencia y su exquisita sensibilidad fueron precioso instrumento de admirables virtudes cristianas. Insigne en la penitencia y la oración, cultivo un celo ardiente por la salvación de los pecadores y de los indígenas. Sobresalió por sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos. Amó profundamente la Eucaristía y propagó con infatigable celo la devoción a la Virgen a través del rosario. Es patrona de América. Se podría decir que en ella se santificó nuestra raza.


Otros Modelos

Ejemplos no menos significativos, del cultivo y florecimiento de las virtudes cristianas en la Orden dominicana son, entre muchos, San Pio V San Pedro de Verona, Santa Margarita de Hungría, San Raimundo de Peñafort, Santa Catalina de Ricci; San Juan de Colonia, San Jacinto de Polonia, San Juan Macías, y una gran legión de mártires que con su sangre han regado la semilla del Evangelio en las misiones en los diversos países de todos los Continentes.