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Evangelio según San Marcos 10, 17 – 30

|  octubre 10 de 2021  |

Hermanos en el evangelio de San Marcos se presenta un diálogo entre Jesús y una persona con muchas riquezas, esta persona entra en sintonía con la sabiduría eterna y encarnada, empieza hacer preguntas referentes a ¿qué se debe hacer para heredar la vida eterna? Este joven tiene ansias de eternidad, y quiere saber si va por buen camino, se percibe que esta apresurado en que Jesús le responda sus inquietudes.

Además, el hecho de que esta persona se arrodille ante Jesús, es señal de la urgencia y angustia que tenía por preguntar lo que necesita saber para alcanzar la vida eterna. En este sentido, se refleja en este joven un deseo de eternidad, que está en el interior de su existencia y, por otro lado, está el deseo de salvación que quiere Jesús para él. Son dos horizontes que se presentan en este pasaje evangélico, dos intenciones que se unen, Tanto la búsqueda de vida eterna del ser humano como el deseo de salvación de Cristo redentor.

 Por otro lado, pareciera que esta persona no profundiza así misma, de lo que Cristo le estaba queriendo transmitir, ciertamente es aprobado por la sabiduría, pues, se muestra como un hombre que ha cumplido los mandamientos. Pero, Jesús, siendo la palabra viva, lo mira con cariño y en esa mirada escudriña lo más hondo de su ser y como dice la carta a los hebreos 4, 12-13, que la palabra de Dios “Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas”.

De este modo, la mirada de Jesús revela todas nuestras intenciones, y como buen medico diagnostica y sana la enfermedad que bloquea nuestra felicidad, en el caso de esta persona con riquezas, esos bienes le estaban sirviendo de tropiezo para su salvación, la confianza no estaba puesta en Dios. Esto se ve reflejado en la actitud inquietante de este joven, que, aun teniendo riquezas, se ve insatisfecho, aunque se dice haber cumplido los mandamientos, sigue en una búsqueda de eternidad y por ende de felicidad.

En suma, el problema central de esta persona es su apego a las riquezas, en el fondo, es la crítica central que Jesús hace. Es el hecho de cerrarse a sí mismos, y no compartir con los más necesitados, pues, como dice en el libro de los hechos de los apóstoles (20,35) “Hay más alegría en dar que en recibir”. Por lo tanto, Jesucristo le quiere transmitir a esta persona y a nosotros, el modo de alcanzar la verdadera felicidad, que no es en tener mucho dinero y lujos, sino, en la caridad viva y constante con los necesitados.

Finalmente, es la entrañable misericordia de nuestro Dios la cual nos salvara, pues, meditando los versículos finales del evangelio, los discípulos se asombran, preguntándose “quien podrá salvarse” pero, Jesús, expone la misericordia y la omnipotencia divina como forma para que el ser humano alcance la gracia de ser generosos con los necesitados.

 De este modo, la confianza en Dios nos permitirá ser libres en espíritu y en verdad, en el que Cristo al iluminar la razón humana, está recibe la comprensión del mensaje sobrenatural de salvación, en el que por medio de la suplica constante y humilde hacia Dios, se podrá adquirir la sabiduría para que nuestro corazón no sea devorado por el apego excesivo de las riquezas, sino más bien, ser enriquecidos por el mandamiento del amor y dar el salto hacia la vida eterna.


Fray Alexander Álvarez Ramírez, O.P.

  • Tecnología en asistencia de organización de archivos
  • Cursa primer semestre de la licenciatura en filosofía y letras de la Universidad Santo Tomás.

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